viernes, 13 de abril de 2012

¿Cómo se hacen chocolatinas caseras?


Era lunes en la tarde y yo seguía pensando en qué escribir para la crónica de la clase de didáctica. Por cosas de la vida o mi mala suerte, no lo sé, el plan que tenía con mi tía de ir a hacer pan no se pudo realizar. La muerte de una familiar suya llegó y con ella se fue mi crónica.

¿Qué hago? Me comí las uñas, le pregunté a todo el mundo qué escribir, hasta que recordé que mi hermana hacía chocolatinas y  muchos de nosotros no sabemos cómo se hacen, solo las compramos, las destapamos y a la boca. Entonces me acerqué a ella le dije que si podía hacerlas mientras yo le tomaba unas fotos y escribía lo más importante, como siempre dijo que no. Así que debí rogarle, prácticamente, le dije una y otra vez hasta que dijo que sí, que las hacía pero que yo debía ser su esclava por una semana, es decir, hacer el aseo por ella y ayudarle en todas las tareas, cosas que sabe que me molestan mucho. En mi afán acepté, todo lo que uno hace por cumplir con las responsabilidades.

De repente escuché un grito que decía “yo no tengo plata, compre usted el chocolate”. Así que me dirigí hasta la pieza saqué dinero y le dije “yo pagó, pero acompáñeme”, ella es la única que sabe dónde se compra el chocolate. Nos montamos en la moto y me iba indicando por donde cruzar para llegar al sitio en el que según ella la barra de chocolate es más barata. Nos bajamos y alrededor había una plaza, entramos y ella dijo “buenas me hace el favor y me da una barra de chocolate, súper, blanca y otra negra, una bolsa de pepitas, una bolsa de crispi, un paquete de bolsas, un paquete de palos”  y la señora que atendía dijo “las bolsas de que tamaño” mi hermana respondió “de esas, de las medianas” “muestre la plata” me dijo, yo dije “¿yo tengo que pagar todo?” A lo que respondió “¿entonces quién paga todo, yo? No mija el favor es pa’usted” saqué la plata y pagué un total de quince mil pesos. Nos fuimos para la casa, guardamos la moto y empezó el trabajo.

Caminamos hacia la cocina donde ella tenía una bolsa grande llena de moldes para chocolatinas, me dijo que eligiera el que más me gustara pero que tuviera espacio para ponerle un palito al chocolate. Tenía de todas las formas: corazones, osos, ángeles, formas geométricas, muñecos, regalos, flores, frutas, etc. Yo escogí los osos me parecieron bonitos y precisos para mi gusto en chocolates, ni muy grandes porque me hastió ni muy pequeños porque quedo con ganas de más. De repente empezó a hablar diciendo “primero sacamos el chocolate de la bolsa que la señora de la confitería nos dio, luego sacamos el chocolate de la bolsa de donde viene” yo interrumpí y le dije “no sea boba empiece” y ella sonrió.  Puso un plato y con un cuchillo muy afilado fue picando la barra de chocolate negra, le pregunté que porque no le echaba entera a la olla y dijo “es que se demora más en derretir y no podemos dejar que el agua hierva porque al chocolate le salen bolas, como globitos” cada vez que pasaba el cuchillo por la barra, que a propósito era una libra, se escuchaba un golpe fuerte que retumbaba en mis oídos, así que dije cuando termine de picarlo me llama. Me fui a la pieza escribí algunas cosas sobre lo que nos había pasado y ella me gritó “venga ya, o no hago nada”, es un poco chantajista mi hermana.

Me acerqué  y ella dijo “después ponemos el chocolate a baño de María” yo le pregunté qué era eso y ella dijo “aish, pues uno pone una olla con un poco de agua, no mucha, y encima de esa pone una olla sin nada, ahí es donde va a ir metido el chocolate, pero la olla debe estar seca si se pone mojada el chocolate se daña de una vez, el otro día me pasó y no pude llevar chocolatinas al colegio, de una perdí plata” efectivamente, ella cogió el chocolate y lo metió en la olla mientras lo revolvía con una espátula de madera, le pregunté que por qué no lo batía con una de otro material y dijo “cuando mi tía fue a Bogotá me compró un juego de espátulas que son como de caucho y cuando las metía se doblaban mucho y no se batía bien el chocolate, esas la utilizo ahora para sacar el chocolate cuando las voy a echar al molde.

Batía y batía y en un momento lo dejó de hacer, tomó los moldes que yo escogí, los puso en una mesa blanca que tiene solo para las chocolatinas y dentro de cada figura iba echando una porción de pepitas de muchos colores y crispi, según ella porque así le alcanza para más chocolatinas porque esos ingrediente hacen bulto y dijo “cuando yo hago chocolatinas de corazón, esas que son  más pequeñas, sin ninguno de estos dos ingredientes, con una libra de chocolate me salen ciento diez o  ciento veinte y cuando no le echo me salen cien, o sea me gano dos mil o cuatro mil pesos más, porque cada chocolatina la vendo a doscientos pesos, já, dos mil son dos mil” y se rio. Volvió de nuevo a batir y se dio cuenta que faltaba tiempo para derretirse, dijo “uno tiene que batir constantemente y tratar de hacerlo rápido para que no hierva el agua y salgan globos en el chocolate” y yo pregunté “¿qué pasa si le salen los famosos globos?” a lo que respondió “no sé la señora que me enseñó me dijo eso” la señora de la que ella habla es una amiga que mi mamá conoció mientras hacía un curso de panadería. Luego abrió la nevera sacó todas las cosas que había para poder meter los moldes, diciendo mientras lo hacía que no se debía dejar cosas con olores fuertes en la nevera porque las chocolatinas podían coger su olor. Se acercó de nuevo a la estufa y se dio cuenta de que el chocolate ya estaba listo porque lo vio totalmente liquido  y dijo “uno sabe que ya están cuando no tienen ningún pedazo o bolas de chocolate” entonces cogió la olla con dos trapos, que tiene exclusivamente para ese momento, y se sentó a rellenar cada figura del molde, poco a poco, hasta el borde, tomó los palitos y se los puso a cada oso. Después de haber llenado cincuenta ositos metió los moldes a la nevera y dijo “tenemos que esperar, los moldes hay que dejarlos en la nevera mínimo quince o veinte minutos porque si se dejan menos entonces cuando saquemos las chocolatinas se quedan pegadas y sin brillo, no las vaya a meter en el congelador, y no pregunté por qué porque no sé” Así fue nos sentamos a esperar mientras contaba sus anécdotas de las veces que se le había dañado el chocolate por no secar bien la olla, de la plata que había perdido por no venderlas, de lo que pudo haber hecho con esa plata, que nuca tuvo en fin, como todos los colombiano diciendo “hubiera hecho, hubiera comprado, hubiera…”.

Pasada media hora sacó los moldes de la nevera, puso un trapo blanco encima de la mesa y le dio pequeños golpes a los moldes. Mientras tanto salían las chocolatinas rápidamente. Buscó las bolsas y en cada una metía un osito así hizo con todas las chocolatinas y al final trajo la cinta que tenía para amarrarlas con un nudo en forma de corbata, cada vez se veían más bonitas. Luego buscó dos cajas y en cada una metió veinticinco chocolates, encima escribió con un marcador la cantidad indicada, trajo una bolsa y las dejó de nuevo en la nevera para llevarlas al colegio al otro día. Ella coge una caja para ella y la otra se la da a su amiga del salón, Vanesa, quien las vende, cada chocolatina vale cuatrocientos pesos, y le da la mitad de lo que gana a mi hermana. Se acercó a mí y me dijo “Listo, mi parte del trato ya está hecha ahora empieza la suya tengo que hacer un mapa conceptual hágamelo” a lo que respondí “era ayuda en sus tareas no hacérselas, además ya tengo lo mío ¿lo toma o lo deja?” ella dijo “usted cómo siempre, tramposa” y se fue brava. Así terminan todos nuestros tratos en medio de una pelea en la que yo  salgo ganando.

Un día sin que ella cayera en la cuenta la espíe mientras hacía las chocolatinas, de repente vi que le echaba algo diferente, a lo que yo había visto aquel día, mientras las preparaba, eran unas matitas verdes, marihuana. Quedé extrañada ante lo que pasaba. Así que decidí sorprenderla y cuestionarla al mismo tiempo, le dije “¿usted consume marihuana?” Y ella dijo “no, déjeme explicarle” yo le dije “a ver” y ella de una manera impaciente y al mismo tiempo nerviosa me decía “ es que no me  estaban comprando las chocolatinas entonces un amigo se dio cuenta y me dijo que le echara marihuana que a los chinos les gustaba, entonces por conseguir la plata pues lo hice. A veces le echo, no todos los días, y los pelados me compran más, pero no le vaya a decirle a mi mamá” yo le dije muy seria que no era necesario hacerlo que si no las vendía pues buscaríamos otra cosa para vender, que yo no le diría a mi mamá con el compromiso de que no lo volviera a hacerlo, ella accedió continuó con su trabajo y yo me fui para mi pieza donde me encerré y reí hasta que no pude más y luego de eso pensé dos cosas: primero tendré que conocer los amigos de mi hermana  y segundo“¿hasta dónde se puede llegar por conseguir dinero?”

ANDREA CAROLINA GÓMEZ BECERRA

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