domingo, 22 de enero de 2012

PACOJA



Sonó el celular a las 10 de la mañana. Era una llamada que avisaba el trabajo que podría realizar, si aceptaba, dentro de 10 días. Ericcson, presidente de la fundación corazón en parches, le contaba al otro lado del teléfono quién sería su próximo paciente y Juan Camilo escuchaba atentamente: “8 años, género femenino, se le realizó una Cirugía para corregir los Cornetes Nasales, lleva 2 días en la casa y se le debe realizar terapia posoperatoria. Los papás van a estar allí porque la están cuidando,  tiene un hermanito de 9 años, debe realizar la terapia a eso de las tres de la tarde en Piedecuesta, durante una hora con la paciente. Usted sabe cómo es la cosa, relajado, con toda Pacoja. Un abrazo parcero, me avisa cualquier cosa".
Él cuelga y yo le digo: Por una hora hasta Piedecuesta y ¿cuánto le pagan y quién le paga? Juan responde: a quienes realizan la terapia se les paga 15 mil pesos por una hora de trabajo.  “El pago lo realiza la persona con quien se contrató la terapia, en este caso, con el Centro médico, es decir, los pacientes serían los beneficiarios del servicio ofrecido por este, un contrato con la Fundación Corazón en Parches.  Lo que sucede es que el Centro Médico incluye 2 terapias por paciente, una preoperatoria y otra postoperatoria, para la disminución de los niveles de ansiedad y estrés, para modular el proceso de recuperación y priorizar la tasa de recambio inmunológica del paciente, potenciando positivamente el sistema inmune y deprimiendo las hormonas y neuropéptidos negativos en el paciente” yo sonreí porque no entendí muy bien lo último.
Este trabajo también lo realizamos en el Hospital Universitario de Santander, pero de manera gratuita, la diferencia es que la terapia es de máximo 15 minutos por cuarto y ya no es tan personalizada porque por cuarto hay dos o  tres camillas con pacientes, allí atendemos entre las 2 y las 6 de la tarde los sábados y alcanzamos a ir a donde veinticinco pacientes, más o menos.

Sin embargo empecé a imaginar cómo sería un día con Juan Camilo y Pacoja al mismo tiempo, así que le propuse acompañarlo aquel día y él  sin más ni más dijo que sí. Pero la intriga me mataba ¿de dónde había salido Pacoja? y empezó a contarme la historia de su clown.
“El Dr. Pacoja, dice Juan Camilo con mucha propiedad y orgullo, nació hace más o menos  3 años después de unos 6 meses de conocimiento personal, de explorarme y explorar el mundo más detalladamente, después de recibir 3 módulos de preparación como clown , en la fundación, que se dividen así: la primera parte es "perder la pena y el miedo"; la segunda parte es "técnicas de preparación clown" y la tercera parte es  "Conocimiento y creación del clown".
Pacoja es la combinación de un Paisa, Costeño y Jamaiquino. Paisa por que el man en sus genes locos es como revendedor, culebrero, habla más mierda que un putas, le gusta mamar gallo, conocer a todo el mundo y molestar. Costeño por que le gusta la rumba, la furrusca, la playa, el relajo, la buena vida y "no hacer más ná'", como diría la canción. Y Jamaiquino porque él fue criado en Jamaica aunque nació en la costa y su mamá es paisa. De toda esa mezcla de culturas nace Pacoja, un Paisa-Costeño-Jamaiquino, un niño que no tiene más de 3 años y que no recuerda cuándo nació, solo sabe que fue hace como 3 años en un Octubre-Noviembre y nació del corazón.” 

Yo pienso y sonrío en mis adentros… ¡de dónde inventa todo esto! Continua diciendo “su primer respiro ante el mundo clown lo realizó en las instalaciones del Canal TRO, para el programa "Jugando a la TV". En ese tiempo el Dr. Pacoja estaba empezando a madurar, a conocerse, a fundarse, a ser cada día más él mismo.” Juan habla, habla y habla contando historias de su clown. Desde aquel entonces y hasta el sol de hoy el Dr. Pacoja ha pasado por infinidad de sucesos, historias, anécdotas, de las cuales solo pacoja, en el mejor de sus momentos y con la mejor de las disposiciones, podría contarnos a todos, ya hasta yo me metí en el cuento,  una a una sus infinitas aventuras. Gran parte de ellas vividas en el Cuarto piso del Hospital Universitario de Santander, en el Pabellón de Pediatría, entre las salas de Infectología, Oncología, y Cirugía. Todo eso nace de Juan Camilo Monsalve Betancur, esa es la esencia, el Histrión, "El Arjé" de Pacoja.
Escuché atentamente sus historias y luego me fui, le di un beso y quedamos de vernos, dentro de diez días, para acompañarlo en su trabajo.

Pasado el tiempo recibí una llamada era Juan Camilo diciéndome que llegara en media hora a su casa, pero en ese momento no podía ir así que le pedí que por favor después me contará todo con lujo de detalles, él aceptó. 

Mientras tanto él empezó a entrar en "su estado clown". Así que puso Latinastereo, por que le gusta mucho la salsa aunque al clown le gusta el reggae, de esta manera se sintoniza con él. Luego buscó la nariz (de color celeste, por cierto, por que es su color favorito y por ende, le encanta a Pacoja) la cual está guardada en "El pote de la risa", una cajita en la que están algunas narices utilizadas por él y que a veces presta a otros clowns para realizar terapia, allí se resguarda la esencia de la risa, el juego y el amor.Del closet sacó: la camisa de Pacoja, la bata, el pantalón y los zapatos, entre otros elementos del Dr. Pacoja, los cuales son utilizados por él para "enamorar" al mundo, y que el mundo se enamore de él. Cuando encontró toda la indumentaria la planchó con mucho cuidado, la dobló, alistó todo y lo metió en su bolso.

Cuándo salió de casa tomó el bus, en la carrera 22  con calle 36 sentido norte-sur, para Piedecuesta. Cabe anotar que en el bus se topó con la otra compañera de trabajo,  la Dra. Minina. El problema fue que ninguno de los dos sabía en qué lugar quedaba la casa, porque ninguno conocía la dirección y  mucho menos Piedecuesta. Afortunadamente una señora que iba en el bus vivía a cuatro cuadras de la dirección y ella los llevó hasta la puerta.
La casa de Juli, como le decía de cariño Juan y Pacoja, estaba situada al lado de una panadería de la que salía un olor exquisito, que solo les hacía dar hambre. Cuando Juan entró se dio cuenta de que los beneficiarios de la terapia eran personas de bajos recursos, vivían en un apartamento improvisado en el segundo piso de una casa,  apenas para una familia joven con dos hijos pequeños, era una familia muy bonita.

Conoció a los papás de Juli, a Juli y a su hermanito Santiago. Los saludaron, charlaron un rato sobre sus vidas, en los sillones de la entrada de la casa. Era una familia Cristiana no católica como él, sin embrago eso no fue impedimento para una buena relación momentánea. Los dos pidieron permiso para ausentarse y caminaron hasta el cuarto de los niños. Allí había  dos camas pequeñas, de madera y metal, sencillas, muy bonitas, con sábanas de matachitos, las cuales estaban ubicadas al frente de la puerta, de forma perpendicular, el cuarto era pequeño, las paredes eran de color pastel con apliques de muñecos, el closet quedaba al lado derecho de la puerta y tenían un televisor. Al llegar se cambiaron y empezaron a sacar a relucir sus clowns, olvidándose de ellos mismos. En el proceso de preparación, mientras se maquillaban y vestían se demoraron quince minutos, otras veces de demoran hasta una hora según como se vaya "entrando en estado clown".

Salieron del cuarto hacia la sala en donde los esperaban los niños.  El Dr. Pacoja tenía frío, gripa y pereza, pero  en medio de su timidez saludó a la paciente y a su hermano con su carta típica de presentación, una frase poco audible, y que después de dos o tres intentos se puede entender, dice así: "YosoyelDr.PacojamedicopayasólogoConÉnfasisenPayasologíaPediátricadelaUniversidad
PayasológicadelCaribeColombiano" y empezó a improvisar, la más grande herramienta del clown,  le preguntó a los niños qué hacían en la vida la vida, qué edad tenían, qué les gustaba hacer(comenzó a bostezar, siempre tiene hambre) jugó con ellos, cogía  cualquier cosa y empezaba a percutir, a golpear, a molestar. Él  llevó dos juegos de armatodo con casi cien piezas, y empezaron a armar cosas locas con el lego y a jugar con los papás también, a construir barquitos, carritos, torres etc. En este caso el Dr. Pacoja terminó jugando a las escondidas dentro de la casa de los niños, junto con los padres. Jugaron unas cuatro o cinco veces y él perdió en repetidas ocasiones. Al despedirse los clowns expresaron a los pacientes que se debían ir a otra casa a realizar otra terapia, pero que algún día se volverían a ver.

En seguida el papá de los pacientes los acompañó hasta la terminal principal de buses de Piedecuesta. Allí su compañera de trabajo cogió un bus diferente al de Juan Camilo porque él iba a encontrarse conmigo para contarme todo lo que le acababa de pasar en su tarde de trabajo.
  
     ANDREA CAROLINA GÓMEZ BECERRA

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